25 abril 2007

De Google y los órdenes de magnitud

Imagina tareas tales como escribir una enciclopedia que englobe todo el saber de la humanidad; recopilar una foto de cada objeto, situación o lugar imaginables; escribir una artículo sobre cada noticia que ocurra en cada momento en cada país, ciudad, pueblo, aldea o vecindario del mundo; o describir todas las imágenes de internet. Supongo que a nadie le gustaría ponerse en la piel del responsable de ninguna de esas tareas: son abiertamente inabarcables. No se trata, quizá, de tareas infinitas (al fin y al cabo, ocurren un número finito de noticias relevantes, y hay un número grandísimo pero finito de imágenes en internet), pero sin duda ninguna persona, equipo humano o empresa es capaz de llevarlas a cabo: las tareas están, claramente, en un orden de magnitud superior.

Y sin embargo, (casi) cualquier cosa que busco la encuentro en Wikipedia. En Flickr tengo fotos de cualquier objeto o lugar. Buscando en blogs, en Digg o incluso en Google puedo leer un artículo y una opinión de básicamente cualquier noticia. Una persona, diez, cien o mil... siempre estarán un orden de magnitud por debajo de esas tareas; pero si hablamos de la comunidad, de todos los usuarios de internet, de la Red... hemos salvado de un salto ese orden. Sólo con toda internet como autora se puede escribir Wikipedia. Sólo con toda internet como fotógrafa puede existir Flickr. Sólo con toda internet como periodista puedo crear Digg.

¿Y qué hay de la descripción de todas las fotos que hay internet? Está claro que contratar un equipo de esclavos que naveguen veinticuatro horas al día y describan y etiqueten todas las fotos que vean por la red no va a ser suficiente, por muy ágiles que sean etiquetando y por poco que les dejemos dormir: internet siempre crecerá más rápido. Que lo hagan las máquinas: no quiero ni pensar los millones de euros (muchísimos) que se han invertido (y se seguirán invirtiendo) en desarrollar complejos sistemas de reconocimiento de imágenes que sean capaces de ver una imagen con ojos como los nuestros, y concluyan, sin intervención humana de por medio: "es un perro". Hoy por hoy, y por muchos años, la mitad de las veces ese perro será un gato, un ciempiés, una mesa camilla, el mapa de Malta o la portada de un disco de Massiel...

Y van los de Google y se les ocurre esto. De la manera más simple, ponen a toda la Red a describir, de gratis, rápido e intentando hacerlo lo mejor posible, todo el catálogo de fotos indexado por Google Imágenes. Y encima, después de pasar un buen rato haciéndoles su trabajo, contribuyendo a destajo a mejorar su buscador... te sientes agradecido a ellos, y, picado, necesitas jugar sólo un ratito más... sin darte cuenta de que Google, así de fácil, acaba de encontrar para esa tarea un brazo ejecutor de su mismo orden de magnitud.

(Gracias, Borja, por enseñarme el jueguecito...)

3 comentarios:

Luch dijo...

Tengo que decir la famosa frase "y, ¿por qué no se nos ha acurrido a nosotros antes?". Lo peor de todo es que claramente sabemos que le estamos haciendo su trabajo, pero de manera inconsciente seguiremos participando para conseguir llegar a un ranking que sabemos que está claramente inalcanzable.
Lo he probado y he perdido 20 minutitos, así que me uno al conjunto de ovejas bobas que hace además de su trabajo el de otras personas que lo saben vender mucho mejor.

ailatan dijo...

Esto es como el Ikea... tú te lo guisas, tú te lo comes.

Yo, como todas estas cosas que pones, Diego, lo pruebo.

Gonzalo dijo...

Es sencillamente impresionante la capacidad de inventiva de estos tipos. Inventiva, por lo demás, que a veces les sale no ya barata, sino regalada y hasta... Bueno, ya lo ha explicado brillantemente Diego.

Una modesta observación, fruto de mis dedicaciones principales: este mecanismo, esta completitud que casi contra natura ha logrado Internet, siendo Google un inestimable contribuyente, esta impredecible complementariedad global reside, en muy buena medida, en los mismos fundamentos que... el capitalismo, en el sistema de competencia, en el liberalismo.

Tócate las narices.