28 agosto 2007

De lenguas

Me noto yo últimamente filólogo y dicharachero, y la consecuencia lógica es que me da por escribir de lenguas, aunque no sea más que curiosidades (y vaya en claro detrimento de mi ya maltrecha consideración social :-). Curiosidades como por ejemplo que la cuarta parte de los idiomas del mundo se hablan en Papúa Nueva Guinea.




Son más de 700 lenguas distintas las que se hablan en este país, que, a pesar de no ser muy grande (un poquito menos que España) ni estar muy poblado (un poco más que la ciudad de Madrid), cuenta con otros récords mundiales, como el de la ciudad más peligrosa del mundo (Port Moresby, la capital); últimamente, están en las noticias por cosas aún peores.

Entre tanto idioma, se hace imprescindible consensuar una lengua franca, que sirva para que se entiendan todos los papuanos: el tok pisin. El tok pisin es una lengua pidgin, que viene a ser algo así como que tú coges lo que más te apetece de otra(s) lengua(s), lo escribes como te da la gana, y montas la tuya propia. A mí las lenguas pidgin, como el bislama de Vanuatu, que es muy parecido al tok pisin, me hacen mucha gracia. No puedo evitarlo, a poco inglés que sepáis me entenderéis:
  • Para decir yo, digo mi.
  • Para decir , digo yu. ¡Como suena, que es como debe ser!
  • Si en un pub de Londres, una persona es un "fellow", se entiende que tú y yo seamos yumitupela, es decir, "you and me, two fellows"... Clarísimo.
  • Es lógico que nosotros dos seamos mitupela, y vosotros dos yutupela...
  • ... porque claro, ellos dos, que son dos troncos, son tupela. Y que conste que lo de los troncos va sin género, porque ellas dos se dice tupela igual.
  • Lo malo es que por ese camino, si en vez de ser dos son más, y en vez de estar yo, yo no estoy, sino que sólo están los "fellows"... nos complicamos mucho la vida con las "pelas", cuando lo único que queremos decir es, por ejemplo, ellos. Es mejor cortar por lo sano: ellos... se dice ol ("all"). Así yo me parto...
  • Pero cuando lloro de risa es al ver que para decir mujer dicen meri (las marías, que de siempre ha dicho mi madre), y que para ellos casa es haus, banco es haus moni, hospital es haus sik y la chacha... pues haus meri...
El que quiera más, que visite la página de tok pisin en la Wikipedia en inglés, o vaya directamente a intentar aprenderlo... y luego, me lo enseñe a mí.

21 agosto 2007

Bruni

Se me antoja una injusticia para el resto de mujeres que exista Carla Bruni. Que su belleza, su atractivo radical y su voz con textura de agua y sabor a miel no os impidan escuchar sus palabras... porque sí, ella también compone...



Todo el mundo es una persona graciosa
Y todo el mundo tiene el alma enredada
Todo el mundo tiene una infancia que ronronea
En el fondo de un bolsillo olvidado

Todo el mundo tiene restos de sueños
Y rincones de su vida devastados
Todo el mundo ha buscado algo alguna vez
Pero no todo el mundo lo ha encontrado
Pero no todo el mundo lo ha encontrado

Todo el mundo debería reclamar a las autoridades
Una ley contra toda nuestra soledad
Que nadie sea olvidado
Que nadie sea olvidado

Todo el mundo tiene una sola vida que pasa
Pero no todo el mundo se acuerda
Los hay que la doblan e incluso que la rompen
Y los hay que ni siquiera la ven
Y los hay que ni siquiera la ven

Todo el mundo debería reclamar a las autoridades
Una ley contra toda nuestra soledad
Que nadie sea olvidado
Que nadie sea olvidado

Todo el mundo es una persona graciosa
Y todo el mundo tiene el alma enredada
Todo el mundo tiene una infancia que resuena
En el fondo de una hora olvidada
En el fondo de una hora olvidada

Carla Bruni - Tout le monde


Visitad su página web, desde allí se pueden ver sus vídeos y escuchar todas sus canciones, como Le ciel dans une chambre...

13 agosto 2007

Patrimonio de la Humanidad

Después de buscarlo un buen rato, no he conseguido encontrar ninguna página en la que se me muestren todos los lugares Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO en un mapa interactivo como los de Google o Yahoo! (un mashup), así que he intentado hacerla yo:

Me habría encantado embeber el mapa aquí debajo... pero eso ya ha sido demasiado. Echad un vistazo a todos esos sitios, soñad y, la próxima vez que viajéis, mirad si os queda alguno de camino...

07 agosto 2007

Corrector de estilo

Llego a través de Gesmida (a quien no conozco personalmente, pero que es azul como yo :-) a un artículo de Arturo Pérez Reverte sobre una idea que va ganando peso en mi ideario (y más después de ese dichoso librito...). No quiero volver a justificar la necesidad de buenos escritores y de que todos, en la medida de nuestras posibilidades, cuidemos la manera en que nos expresamos; en esta ocasión prefiero hablar de una profesión que hasta la lectura de este artículo yo sabía que existía pero no tenía muy clara, y a la que de hecho yo cambiaba el nombre llamándola editor: el corrector de estilo.

El nombre de "corrector de estilo" me parece un tanto rimbombante (aunque un poco de pompa y prestigio no le vendrá mal al gremio, a ver si se engruesan sus filas). Antes que el estilo, se corrigen la ortografía, la gramática y la coherencia del discurso, en un orden que a mí como telequito me recuerda mucho al modelo OSI, que al fin y al cabo tiene la misma función de asegurar el mutuo entendimiento para la comunicación entre máquinas. El corrector se asegura primero de que no hay errores de letra (ortografía), de palabra, de sintagma (gramática), de que las frases son correctas y los párrafos coherentes, para finalmente examinar la coherencia del texto completo (semántica), que es lo que más cerca está de ser el estilo en esta tarea.

Resulta evidente que evaluar si un texto es coherente y tiene un hilo argumental claro de principio a fin es bastante más complicado que hacerle una revisión ortográfica. A pesar de que hay casos concretos en que la ortografía puede ser complicada, la revisión semántica de las palabras, frases y párrafos del texto debería ser en buena lógica la labor a la que un corrector de estilo le dedicase la mayor parte de su tiempo.

Pues no lo parece... No hay más que leer los periódicos o los rótulos en televisión. A todos se nos puede escapar una falta de ortografía (o dos, o tres...), todos podemos cometer un gazapo; bien, pues yo estoy de acuerdo con Arturo Pérez Reverte, a ellos no. Se le puede escapar al periodista la primera vez que escribe el artículo, se le puede colar incluso en la revisión, pero ahí está el corrector de estilo para solucionarlo, reduciendo exponencialmente la probabilidad de que el error traspase tres filtros. Y no sólo faltas de ortografía... Basta tomar cualquiera de los periódicos más leídos para encontrar incluso errores gramaticales, semánticos... o directamente frases inconclusas, con palabras y palabras perdidas (digo yo) en la linotipia, para sorpresa del aventurado lector.

Y qué decir del otro gremio mencionado en el artículo, el de los políticos, hábiles empobrecedores del lenguaje - enriquecerlo es más difícil y no da tanto rédito - para su propio beneficio...

No es sólo ya la dificultad añadida para entender lo que leemos, ni siquiera la depauperación del lenguaje, que son problemas de por sí muy graves. Pero es que si ellos, periodistas y políticos, a los que el idioma les da de comer, lo maltratan de esa manera, ¿qué ejemplo y motivación tenemos para cuidarlo nosotros?

05 agosto 2007

Buscando un sentido

No sólo lo dice Steve Jobs en su ya célebre discurso, yo creo que todo el mundo, quien más quien menos, lo tiene muy presente: en esta vida estamos para cambiar el mundo. Sí, suena muy grandilocuente así dicho, sin paliativos, pero todos estáis de acuerdo conmigo, todos lo buscáis. Se trata de hacer feliz a tu familia, de traer una nueva personita al mundo y convertirla en un hombre o mujer de pro, de dar sentido a los últimos momentos de vida de un enfermo, de mejorar la calidad de vida de los vecinos de la escalera, de iluminar con una sonrisa a los pasajeros del autobús, de comenzar un negocio, de servir como modelo para los niños por tu deportividad y juego limpio, de construir viviendas para los jóvenes, de liderar a tu país o de inventar la vacuna para una enfermedad incurable... Pequeñas o grandes contribuciones, según se mire, pero todos necesitamos (y seguro que tenemos) una idea de nuestra contribución, nuestra estrategia para cambiar el mundo. Sólo que hay a quienes esa meta los espolea cada día, y no se conforman con contribuciones pequeñas o para una sola persona, sino que buscan cambiar el mundo desde sus cimientos, y hay otros - la inmensa mayoría - para los que esa contribución está latente, sirviendo de guía última, de núcleo duro de los principios vitales, pero es difícil verla traslucir en los actos cotidianos.

Desde ese punto de vista, a mucha gente a mi alrededor les resulta difícil comprender qué puede hacer que alguien se decida por un trabajo en el sector de las telecomunicaciones como el mío, aparte de trabajar en algo que pague tus facturas y te permita cambiar el mundo... en tu tiempo libre. Pues hoy me encuentro con un artículo que demuestra, sin ser ésa su tesis principal, todo lo contrario, e ilustra cómo las contribuciones en este sector pueden cambiar (incluso revolucionar) el mundo, desde lo pequeño hasta lo más grande. No es la única manera que se me ocurre de cambiar el mundo con mi trabajo, pero acaso sí la más paradigmática. Os recomiendo que lo leáis entero (está en inglés), pero sobre todo la sección I, que ilustra lo que quiero decir. Aquí dejo en traducción libre una pequeña selección:

Durante los últimos miles de años, la vida en el estado sureño de Kerala, en la India, ha seguido el flujo de las mareas y las estaciones. La costa, encarada al Océano Índico, está salpicada de pequeños puertos llenos de viejas embarcaciones, los dhows. Originariamente comandados por comerciantes árabes, el dhow se ha convertido en la montura habitual de los pescadores de Kerala, quienes, cuando los vientos y las mareas lo permiten, salen al océano, echan sus redes y obtienen copiosas capturas. Con sus barcos llenos, navegan de nuevo hacia la costa, a los mercados de pescado que hay en cada uno de los puertos de Kerala. Los pescadores eligen puerto y mercado; nada les obliga a acudir a un determinado mercado a vender su pescado. Quizá un pescador recuerde que vendió a muy buen precio en un mercado la semana pasada y decida volver, para toparse con que media docena más de dhows acudieron con la misma idea. El mercado está ahora saturado de pescado, y el pescador debe vender su captura a precio casi regalado, si no quiere que se eche a perder. Así que hoy es un buen día para los compradores, pero el pescador no cubrirá sus gastos. Mientras tanto, unas cuantas millas más allá, hay un mercado abandonado hoy por la flota - quizá demasiados dhows acudieron la semana pasada - y no hay pescado que comprar, al precio que sea. Si un dhow llegara a ese puerto, su pescado alcanzaría un excelente precio. Pero hoy no es el caso, para frustración de mercado y compradores. Así han sido las cosas en la costa de Kerala durante miles de años, el encuentro imperfecto de compradores y vendedores en mercados con demasiada frecuencia sobresaturados o infraaprovechados.

Dhow

Hace sólo unos años, algunas de las muchas compañías de telecomunicaciones indias dieron cobertura móvil GSM a la costa de Kerala. No hay nada extraño en ello, pues la India es, tras China, el mercado de mayor crecimiento de la telefonía móvil en el mundo. En el mercado indio, completamente desregularizado, la competencia de precios es feroz; un mensaje SMS suele costar un céntimo o dos, y sólo unos pocos céntimos el minuto de llamadas de voz. Tal vez estas cifras nos parezcan increíblemente baratas, pero si se tiene en cuenta la pobreza de la mayoría de los indios, es una barrera económica sustancial. Aun así, la perspectiva de comunicación instantánea y ubicua sedujo a uno de los pescadores de Kerala - probablemente uno de los más exitosos - y por primera vez un móvil se embarcó en un dhow (La cobertura GSM llega hasta 25 km mar adentro). Y, cuando ese móvil se embarcó en el dhow, algo inesperado, aunque perfectamente predecible, ocurrió. Ese pescador hizo una llamada a la costa. Esa primera llamada pudo haber sido completamente inocua; quizás llamó a un familiar o un amigo. Y quizás, en el transcurso de esa conversación, el pescador se enteró de que el mercado más cercano a su interlocutor no tenía pescado hoy. Así que el pescador se dirigió a ese puerto, y obtuvo pingües beneficios de su captura.

Los pescadores no trabajan de manera aislada; forman una comunidad, y comparten muchos conocimientos entre ellos. Así que, en poco tiempo, se sabría que un teléfono móvil en un dhow era una poderosa combinación - podía proporcionar al pescador grandes beneficios. Pronto, hasta el más modesto de los pescadores tuvo su propio móvil y, al entrar en el alcance de las torres GSM, llamó a puerto. Los pescadores discutían y regateaban con los compradores - que también se dieron cuenta de los beneficios de un móvil - desde sus barcos, y, aunque cada pescador actuaba de manera independiente, se creó una especie de red de arbitraje. Hoy en día, si hay buena pesca, hay suficiente pescado en cada uno de los mercados de Kerala - pero sólo lo suficiente, para asegurar un buen precio en el mercado. Los mercados están satisfechos, y también lo están los pescadores. Han aumentado los beneficios, para compradores y vendedores, hasta tal punto que un teléfono móvil, que costaba alrededor de un mes de beneficios para un pescador, se amortiza ya en sólo dos meses.

(...)

Una persona pobre con un móvil a menudo se vuelve menos pobre, subiendo uno o dos peldaños en la la escala de salarios. De hecho, un importante número de los microcréditos otorgados en Bangladesh, India y África financian la compra de un terminal móvil - el primer paso para mejorar la efectividad económica de una persona en el siglo XXI, independientemente de su nivel de ingresos, nacionalidad, sexo o cultura. Este hecho es ya meridianamente claro para los dos tercios de la humanidad que están a años luz de nuestro nivel de ingresos en el mundo occidental. De aquí el impulso por conectarse, por ser parte de la red. No es un impulso propugnado por el mercado, ni los operadores, ni los gobiernos. Es una migración del grueso de la humanidad hacia la red, impulsada por intereses económicos individuales.

(...)

03 agosto 2007

Que bote Contador

Éste es Alberto Contador, recientísimo ganador del Tour de Francia 2007. Seguro que le habéis visto hasta en la sopa estos últimos días, desde ese mágico domingo, 29 de julio... Estaba cantado, Contador había resistido los envites de sus rivales en la contrarreloj del día anterior y el Tour estaba sentenciado, pero lo exiguo de su renta nos inquietaba: no sería la primera vez, nos repetíamos, expertos advenedizos y repentinos del deporte de las dos ruedas. Por eso, ese domingo, cuando Contador y todos los demás cruzaron la línea de meta que, como siempre, yacía en los Campos Elíseos de París, respiramos de alivio y de satisfacción, nos sonreímos y hasta nos emocionamos, dispuestos a celebrar como se merece tamaña gesta de nuestro deporte. Los pinteños y todos los madrileños, los barcarroteños, los extremeños y muchísimos otros leños habitantes de nuestra geografía nos lanzamos a las plazas, las calles y las fuentes en inusitado jolgorio, saltamos, bailamos y nos abrazamos, reímos y hasta nos mojamos en agua, champán y otros líquidos algo más modestos... De ello dieron buena cuenta todos los medios de comunicación, que elevaron a sus primeras planas este hecho de singular valor deportivo y humano, y se esforzaron por hacer llegar a todos los rincones esta euforia magnífica y redonda.

Seamos sinceros: ¿quién de vosotros conocía a Alberto Contador hace un par de semanas? ¿A cuántos de los enfervorizados jóvenes, pinteños o de otros pagos, que celebraban descamisados y empapados la victoria de Contador les gusta realmente el ciclismo? ¿Cuántos de entre ellos, y los miles más que más por edad y por formas que guardar que por falta de ganas se conformaban con abarrotar las plazas mayores en Madrid y Extremadura, se habrán subido encima de una bicicleta alguna vez en, digamos, los últimos diez años? ¿Cuántos, si se puede saber, habrán seguido fielmente el Tour, la Vuelta, el Giro o la Marcha Cicloturista de Pinto (si es que existe) estos últimos años sin Contador? ¿Cuántos de entre ellos, me atrevería a preguntar, no sabrían definir con precisión lo que es una contrarreloj?

No importa. Somos así. En el fondo nos da igual Contador, el Tour, la Champions o el Mundial de Piedra Papel o Tijera. Hoy está de moda el deporte, y ésa es la excusa. Porque lo que realmente nos gusta a nosotros es la FIESTA. Salir en la tele descamisaos, empapados de champán y dando botes de alegría, que por un día no te echen la bronca por bañarte en la fuente del pueblo, que se monte un botellón guapo con la aquiescencia de policía y autoridades, dejar lo que quiera que estuvieras haciendo y salir a celebrar, qué más da por qué. Y a ver quién es el guapo que nos culpa por ello...

02 agosto 2007

Ellos nunca lo harían


¡Vuelvo! Demasiado relax estas vacaciones, menos mal que ellos me esperan aunque no les di de comer...


Vía blogs corporativos.