01 marzo 2007

La ética del eMule

La cuestión sobre la ilegalidad de la descarga de contenidos con copyright de las redes P2P como eMule o BitTorrent me parece ciertamente complicada. Se la dejo sin duda a los expertos en leyes, abogados de la SGAE, aficionados al derecho o en general a todo aquel que tenga suficiente paciencia para entrar en el terreno de la determinación de lo que es legal o ilegal.

Mi problema es de otra índole. En asuntos tan claramente bipolarizados como éste, en el que la mayoría de los habituales custodios de la ley, el orden y - permitidme la extrapolación - la moralidad comparten una opinión, y todos aquellos que tienen en sí si quiera un ápice de alternativos o libertarios, y otros muchos más sin ese ápice, la contraria, en escenarios bipolares como éste digo, tradicionalmente a mí siempre me ha tirado, involuntariamente, y no sabría sinceramente explicar por qué, la postura establecida, la moral institucional... ir con los buenos. Y sin embargo, en el tema del eMule, mi conciencia, que siente más que sabe, no es capaz de crear en mí sentimiento alguno de culpabilidad tras cada descarga. No me dice que esté haciendo nada malo. ¿Cómo puede ser?

Le doy vueltas y más vueltas y poco saco en claro. Supongo que mi conciencia me dice que a nadie daño viendo una película. Que nadie es perjudicado si escucho una canción. Que el momento en que los artistas y demás productores profesionales de contenidos mueran de hambre por no cobrar un duro por su arte nunca llegará, porque esa conclusión parte de premisas irreales. Que la relación artista-público es un sistema en equilibrio, en el que, si el artista no recibe lo suficiente del público, dejará de crear, espoleando al público a dar más, y, si el artista recibe demasiado del público, éste dejará de pagar, lo que hará que el artista pida menos o cree más... y que como sistema en equilibrio no necesita en esencia ninguna regulación externa. Y que las redes P2P nacen, en su esencia, de la expresión del altruismo por antonomasia: compartir.

O que mis amigos artistas siempre me han dado su arte mucho más barato que lo que yo estaba dispuesto a pagar por él...

Mi conciencia está desorientada, no lo sé...

2 comentarios:

Gonzalo dijo...

Como un individuo más al margen, parece ser, de la legalidad vigente en estos terrenos comparto tus inquietudes.

Yo me consolaba pensando que aquellos discos que realmente me interesaban siempre iba yo a comprármelos, de manera que el hecho de que ocasionalmente descargara otros contenidos como "experimento" quedaría compensado con mi fidelidad a unos pocos. Además, ¿cómo iba yo a saber si algo nuevo me gustaría tanto como para gastarme el dinero en ello?

Pero claro, hay veces que con la descarga aventurera se acierta, y da la casualidad de que la música que te has bajado está en buena calidad y cuesta cero...

Todavía recuerdo el tiempo en que la cosa no era tan fácil, y acudía uno hasta el centro comercial de turno (que podía quedar a veinte minutos andando y con cuesta) para escuchar una o dos canciones de esos tíos... O las 2.200 pesetas del "Supposed Former Infatuation Junkie" de Alanis (que era un ofertón).

Supongo que, dentro de lo malo, la cosa estribaría en seleccionar y comprar aquello que realmente nos interesa, por contraposición a la descarga sistemática de todo lo nuevo. O quizá no, vaya usted a saber. Pero yo también duermo bien por las noches, generalmente.

Anónimo dijo...

El arte y el dinero siempre han estado peleados.

Del arte no se vive, precisamente porque trata de espolear las almas, y eso no le gusta al publico, y por tanto no está dispuesto a comprarlo en general.

¿O acaso aun hay alguien que se crea que la industria discográfica o cinematográfica o editorial publican arte?

Cierto es que siempre hay algun creador listo que cuela algo de arte dentro del producto industrial.