19 octubre 2008

Ahtisaari

Hace unos días se comunicó oficialmente que el Premio Nobel de la Paz 2008 había sido concedido a Martti Ahtisaari. No podía dejar de mencionar aquí a uno de mis ídolos más recientes. En mi humilde opinión, con esta decisión el Nobel de la Paz vuelve a sus raíces, siquiera las etimológicas, premiando a alguien que ha consagrado su vida a la Paz en su significado más elemental: la ausencia de guerra. Está la figura del mediador condenada de antemano a permanecer en la sombra, cediendo (y gustosamente) el protagonismo a los representantes de las facciones reconciliadas (que son los que salen en la foto) y a sus pueblos (que son los auténticos beneficiarios). Pero yo no dejo de pensar en la persona que, haciendo un descomunal ejercicio de empatía, es capaz de ver a la vez con los ojos, inflamados en ira, de enemigos acérrimos y, jugándose a menudo mucho más que el honor, encontrar puntos desde los que poder tender puentes que aproximen posturas. Sin duda un modelo.

1 comentario:

Jose Rodríguez dijo...

Leyendo esto me acabo de acordar de un vídeo que he visto hoy durante mi apacible reposo :)

http://es.youtube.com/watch?v=BJNNF4XgV40

Enlaza la humillación en la tv japonesa con el pacifismo sueco, no tiene precio.