05 agosto 2007

Buscando un sentido

No sólo lo dice Steve Jobs en su ya célebre discurso, yo creo que todo el mundo, quien más quien menos, lo tiene muy presente: en esta vida estamos para cambiar el mundo. Sí, suena muy grandilocuente así dicho, sin paliativos, pero todos estáis de acuerdo conmigo, todos lo buscáis. Se trata de hacer feliz a tu familia, de traer una nueva personita al mundo y convertirla en un hombre o mujer de pro, de dar sentido a los últimos momentos de vida de un enfermo, de mejorar la calidad de vida de los vecinos de la escalera, de iluminar con una sonrisa a los pasajeros del autobús, de comenzar un negocio, de servir como modelo para los niños por tu deportividad y juego limpio, de construir viviendas para los jóvenes, de liderar a tu país o de inventar la vacuna para una enfermedad incurable... Pequeñas o grandes contribuciones, según se mire, pero todos necesitamos (y seguro que tenemos) una idea de nuestra contribución, nuestra estrategia para cambiar el mundo. Sólo que hay a quienes esa meta los espolea cada día, y no se conforman con contribuciones pequeñas o para una sola persona, sino que buscan cambiar el mundo desde sus cimientos, y hay otros - la inmensa mayoría - para los que esa contribución está latente, sirviendo de guía última, de núcleo duro de los principios vitales, pero es difícil verla traslucir en los actos cotidianos.

Desde ese punto de vista, a mucha gente a mi alrededor les resulta difícil comprender qué puede hacer que alguien se decida por un trabajo en el sector de las telecomunicaciones como el mío, aparte de trabajar en algo que pague tus facturas y te permita cambiar el mundo... en tu tiempo libre. Pues hoy me encuentro con un artículo que demuestra, sin ser ésa su tesis principal, todo lo contrario, e ilustra cómo las contribuciones en este sector pueden cambiar (incluso revolucionar) el mundo, desde lo pequeño hasta lo más grande. No es la única manera que se me ocurre de cambiar el mundo con mi trabajo, pero acaso sí la más paradigmática. Os recomiendo que lo leáis entero (está en inglés), pero sobre todo la sección I, que ilustra lo que quiero decir. Aquí dejo en traducción libre una pequeña selección:

Durante los últimos miles de años, la vida en el estado sureño de Kerala, en la India, ha seguido el flujo de las mareas y las estaciones. La costa, encarada al Océano Índico, está salpicada de pequeños puertos llenos de viejas embarcaciones, los dhows. Originariamente comandados por comerciantes árabes, el dhow se ha convertido en la montura habitual de los pescadores de Kerala, quienes, cuando los vientos y las mareas lo permiten, salen al océano, echan sus redes y obtienen copiosas capturas. Con sus barcos llenos, navegan de nuevo hacia la costa, a los mercados de pescado que hay en cada uno de los puertos de Kerala. Los pescadores eligen puerto y mercado; nada les obliga a acudir a un determinado mercado a vender su pescado. Quizá un pescador recuerde que vendió a muy buen precio en un mercado la semana pasada y decida volver, para toparse con que media docena más de dhows acudieron con la misma idea. El mercado está ahora saturado de pescado, y el pescador debe vender su captura a precio casi regalado, si no quiere que se eche a perder. Así que hoy es un buen día para los compradores, pero el pescador no cubrirá sus gastos. Mientras tanto, unas cuantas millas más allá, hay un mercado abandonado hoy por la flota - quizá demasiados dhows acudieron la semana pasada - y no hay pescado que comprar, al precio que sea. Si un dhow llegara a ese puerto, su pescado alcanzaría un excelente precio. Pero hoy no es el caso, para frustración de mercado y compradores. Así han sido las cosas en la costa de Kerala durante miles de años, el encuentro imperfecto de compradores y vendedores en mercados con demasiada frecuencia sobresaturados o infraaprovechados.

Dhow

Hace sólo unos años, algunas de las muchas compañías de telecomunicaciones indias dieron cobertura móvil GSM a la costa de Kerala. No hay nada extraño en ello, pues la India es, tras China, el mercado de mayor crecimiento de la telefonía móvil en el mundo. En el mercado indio, completamente desregularizado, la competencia de precios es feroz; un mensaje SMS suele costar un céntimo o dos, y sólo unos pocos céntimos el minuto de llamadas de voz. Tal vez estas cifras nos parezcan increíblemente baratas, pero si se tiene en cuenta la pobreza de la mayoría de los indios, es una barrera económica sustancial. Aun así, la perspectiva de comunicación instantánea y ubicua sedujo a uno de los pescadores de Kerala - probablemente uno de los más exitosos - y por primera vez un móvil se embarcó en un dhow (La cobertura GSM llega hasta 25 km mar adentro). Y, cuando ese móvil se embarcó en el dhow, algo inesperado, aunque perfectamente predecible, ocurrió. Ese pescador hizo una llamada a la costa. Esa primera llamada pudo haber sido completamente inocua; quizás llamó a un familiar o un amigo. Y quizás, en el transcurso de esa conversación, el pescador se enteró de que el mercado más cercano a su interlocutor no tenía pescado hoy. Así que el pescador se dirigió a ese puerto, y obtuvo pingües beneficios de su captura.

Los pescadores no trabajan de manera aislada; forman una comunidad, y comparten muchos conocimientos entre ellos. Así que, en poco tiempo, se sabría que un teléfono móvil en un dhow era una poderosa combinación - podía proporcionar al pescador grandes beneficios. Pronto, hasta el más modesto de los pescadores tuvo su propio móvil y, al entrar en el alcance de las torres GSM, llamó a puerto. Los pescadores discutían y regateaban con los compradores - que también se dieron cuenta de los beneficios de un móvil - desde sus barcos, y, aunque cada pescador actuaba de manera independiente, se creó una especie de red de arbitraje. Hoy en día, si hay buena pesca, hay suficiente pescado en cada uno de los mercados de Kerala - pero sólo lo suficiente, para asegurar un buen precio en el mercado. Los mercados están satisfechos, y también lo están los pescadores. Han aumentado los beneficios, para compradores y vendedores, hasta tal punto que un teléfono móvil, que costaba alrededor de un mes de beneficios para un pescador, se amortiza ya en sólo dos meses.

(...)

Una persona pobre con un móvil a menudo se vuelve menos pobre, subiendo uno o dos peldaños en la la escala de salarios. De hecho, un importante número de los microcréditos otorgados en Bangladesh, India y África financian la compra de un terminal móvil - el primer paso para mejorar la efectividad económica de una persona en el siglo XXI, independientemente de su nivel de ingresos, nacionalidad, sexo o cultura. Este hecho es ya meridianamente claro para los dos tercios de la humanidad que están a años luz de nuestro nivel de ingresos en el mundo occidental. De aquí el impulso por conectarse, por ser parte de la red. No es un impulso propugnado por el mercado, ni los operadores, ni los gobiernos. Es una migración del grueso de la humanidad hacia la red, impulsada por intereses económicos individuales.

(...)

5 comentarios:

Gonzalo dijo...

I know we're all pretty small in the big scheme of things, and I suppose the most you can hope for is to make some kind of difference, but what kind of difference have I made? What in the world is better because of me?

Sí es verdad que las palabras cambiar el mundo suenan quizá demasiado pretenciosas. Uno, que tiende a percibir todas las cumbres borrascosas y que ha escuchado con culpable fascinación las historias de Mr Steve Jobs, se siente más cercano a las palabras que encabezan este comentario, pronunciadas por un desanimado Jack Nicholson en About Schmidt.

Ciertamente, tengo la impresión de que los actuales logros tecnológicos, sobre todo los de una empresa de telecomunicaciones, parecen, cuando los niños de diez años disponen de teléfono móvil, más orientados a lo superfluo o, mejor, a satisfacer necesidades en absoluto básicas.

Historias como la que refieres, Diego (no he podido leer el artículo original, el enlace me rehúye), vienen muy bien para demostrar que no siempre ocurre así, y que es posible y deseable que los frutos más estilizados de la mente humana vayan a destinarse y aprovecharse allí donde son verdaderamente necesarios.

¿Qué tal si tú te encargas del próximo ingenio y yo... de su glosa?

Anónimo dijo...

Me encanta oir historias como esta.Aun asi, crees que tienes que "demostrar" que tu trabajo tiene sentido?

Diego dijo...

@Gonzalo: Exactamente eso mismo que comenta Mr. Schmidt es a lo que me refiero con mi grandilocuente "cambiar el mundo". En inglés tienen el make a difference o el make an impact, pero en español no sé cómo expresarlo :-(.

No estoy de acuerdo en que los logros de las telecomunicaciones vayan orientados en general a lo superfluo, tengo un altísimo concepto de la importancia de la comunicación en todas sus formas, no sólo en Kerala, sino en Burgos, Londres o Mombasa. Muchos de los avances son, aunque no persigan un fin altruista, para mejorar la comunicación, lo cual para mí es importantísimo, nada superfluo.

Y acepto tu oferta de colaboración :-), aunque me lo pones difícil...

@la_de_burgos: a mí sí me parece que hay que mostrar, si no demostrar, que nuestros trabajos tienen sentido. Un médico o un misionero (incluso un político, me atrevería a decir) lo tienen más fácil, yo por si acaso lo he puesto por escrito :-).

Anónimo dijo...

Me gusta tu visión de cambiar el mundo, porque es verdad que pequeñas gotas de agua hacen un océano.

Ese discurso de Jobs me impactó en su momento. Menudo libro de autoayuda!!

De todas las moralejas de ese discurso me quedo con hoy con esta:
"LOVE WHAT YOU DO"

cesar dijo...

Otra historia para tu colección. Cuando estaba repartiendo cafés a vagabundos por Madrid nos dimos cuenta de una cosa. El atajo para que algunas personas salieran de la calle era el teléfono móvil. Me explico. Cuando intentaban buscar trabajo y les pedían el teléfono, o no daban ninguno o el del albergue donde estuvieran. Y la empresa sabía entonces que eran gente sin hogar y no los contrataba. Desde el momento que uno tenía móvil, los amigos podían escribir ese número en sus curricula y cuando les llamaban el otro les buscaba o cogía el recado. En el caso del que os hablo, mi única aportación fue "embellecer" un poco el curriculum. Ahora esa persona estará en su casita disfrutando de una tranquila mañana de domingo...