28 junio 2008

Nuevo nacionalismo

España está en la final de la Eurocopa y eso ya es bastante sorprendente. Sin embargo no puedo evitar, y apuesto a que no soy el único, asombrarme aún más por la manera en que la gente está viviéndolo en la calle que por los propios resultados deportivos.


He de reconocerlo. Cuando el otro día, andando por la calle en los minutos previos al partido de semifinales, oía los gritos espontáneos desde los coches y los balcones, ¡viva España!, resonó una cuerda muy profunda en mi interior, se removieron cimientos, temblaron instituciones internas. Yo crecí (¡no hace muchos años!) en un país abierto y libre en el que, sin embargo, cualquier muestra de apoyo al país, de patriotismo (aún cuesta escribir esta palabra que parece inaplicable a España), incluso de identificación no justificada (cuidado con cuándo decir "yo soy español") hacía volverse las espaldas, aguzarse las miradas, proliferar los silencios. Todas esas expresiones habían sido secuestradas por la historia, y nosotros, los hijos de los hijos de esa historia, nos contentábamos con renunciar a ellas sin encontrar motivo ni ganas para recuperarlas.

Había, es cierto, una única excepción, el deporte. En él tenían cabida, con el máximo comedimiento que permitía la pasión deportiva, profesiones de nacionalismo casi siempre cojo, manco o capado, que se esforzaba ridículamente en aclarar que esta bandera que llevo es la de la Selección, que este viva España que grito (bajito) es un viva el equipo español.

Para alguien que (aunque sea en el europeo alevín de cartas de Magic - no es mi caso - o en una Olimpiada de Química) haya representado a España internacionalmente, el contraste con las actitudes de los compañeros de otros países siempre fue impactante. ¿Por qué posan tan gustosos con su bandera? ¿Por qué nombran a su país, lo defienden, se identifican con él? ¿Acaso han enviado en las delegaciones sólo chavalitos de la más extrema derecha? No es un problema patente en el día a día, pero, en situaciones en las que pega, esta carencia absurda nos privaba de una faceta más de la experiencia.


No pensé que las tornas puedieran cambiar tan rápido. Este cambio, esta pequeña revolución, se ha forjado sin que me diera cuenta. Supongo que no di importancia a la actitud desenfadada de los nuevos profesionales del patriotismo - Nadal, Gasol, Alonso..., ni a los niveles de share de sus gestas en representación de España. Ignoraba también que estos niveles sólo habían sido históricamente superados por Rosa (¡de España!) y el Chiki Chiki (dejemos de lado consideraciones musicales), también en una competición internacional representando a España. ¿Y será consecuencia de este cambio el descalabro de los nacionalistas (autonómicos) en las pasadas elecciones generales? No lo sé. Sea como fuere, me parece un cambio muy positivo: los símbolos están mucho mejor con nosotros que con sus anteriores propietarios. Y ahora sólo queda ganar el domingo...

4 comentarios:

ailatan dijo...

¡Y se cumplió!

la_de_burgos dijo...

Ayer por la tarde iba la gente en Burgos a los toros (muy de España) vestida de peña y con la bandera de nuestra España en la mano para empalmar toros con futbol en una mega-pantalla en la propia plaza.

A mi, que paso del futbol, me parece exagerado y no porque la gente se emocione de esa manera (que me cuesta entenderlo) sino porque me duele que no nos movilicemos para nada mas y como se pasa el personal de rosca después de las victorias.

En cualquier caso me alegro por los que sois capaces de iros a la cama con una sonrisa y levantaros todavía con ella, por España!!!

PD: de media 14 millones y medio de espectadores. Ni en sus mejores sueños se lo imaginaba Cuatro

Gonzalo dijo...

Dejando al margen la pérfida identificación que muchos mantienen todavía (por complejo o por maldad), y sólo unos pocos por degeneración ideológica, dos cosas son reseñables.

Tiene toda la razón la_de_burgos cuando censura los comportamientos vandálicos con que solemos celebrar (o condenar) aquí los que consideramos magnos acontecimientos. (No me imagino a los finlandeses en parecido trance, aunque a lo mejor es que tengo poca imaginación).

Pero no es menos cierto que, hecha esa salvedad, es maravilloso ver a la gente saludarse, hermanarse y hasta emborracharse sin que importe por una vez ningún otro tipo de consideración. A mí me encantó ver cómo en Bilbao se cantaba "Yo soy: español..." y que ondearan banderas españolas en Cataluña.

Si esto no puede ser normal (no digo habitual), pues... una vez al año, no hace daño.

cesar dijo...

Por decir algo, me acabo de leer un librito de Ortega y Gasset que encontré por casa y como era tan finito y estaba tan bien escrito, me lo leí en un suspiro. España invertebrada. Escrito en 1920 por uno de nuestros pocos filósofos, me sorprendió que me sorprendiera. Comentaba que España no fué la hostia y por algún mal extraño inició su decadencia, sino que tiene una enfermedad congénita, es decir, desde sus comienzos. Fue dirigida por el pueblo germánico más antiguo y más "pervertido" por la civilización, los visigodos. Con un débil feudalismo, con poca y mala aristocracia, fue la primera en agruparse bajo un solo rey. Aún así, para unirse como nación fue necesario no un pasado glorioso, sino un proyecto de futuro grandioso que requería la unidad, en principio de Castilla y Aragón. Con la fuerza de esa unidad floreció en un tiempo record nuestra edad de oro y con la misma rapidez se desvaneció. Según él siempre han faltado grandes hombres que dirigan a la masa y la masa dócil que se deje dirigir por aquellos que crea superiores.

Esa Aristofobia, ese desprecio a cualquiera que pueda ser superior, es para mi lo peor de España. Que el que lea sea un cultureta, el que hable con estilo y corrección sea un pedante (y no sólo los propiamente pedantes) y que todos creamos que podemos hacerlo mejor que cualquiera (especialmente que los políticos) es un lastre agotador.

En ese contexto y sin un proyecto ilusionante surgen los particularismos (nacionalismos, pronunciamientos militares, revoluciones...). Y esto no se soluciona al usar los símbolos nacionales como armas de parte de la nación contra otra.

Sólo se conseguirá la unidad con un proyecto ilusionante para la nación. Aunque sea en el plano deportivo. Por algo se empieza...