15 noviembre 2006

Web 2.0 factorial

Se habla mucho de la Web 2.0, un concepto lo suficientemente abstracto como para que haya todo tipo de opiniones, desde los que creen que es la panacea universal que salvará al mundo hasta los escépticos que no ven en el término más que humo, vacío, nada. Pues yo, al menos hoy, no la juzgaré. Hoy me quedaré en las siete primeras palabras que he escrito: se habla mucho de la Web 2.0.

Los que trabajamos en el “mundo tecnológico” (creedme que lo último que quería era poner un nombre al mundo en el que trabajo) pecamos, a mi modo de ver, demasiado frecuentemente de olvidar que el “resto del mundo” es mucho más grande. Que la mayoría de los usuarios de Internet no son (afortunadamente) techies. Y que, lo que es aún más importante, es ese “resto del mundo” quien decide, en gran medida, qué servicios gustan y cuáles no; qué iniciativas gozan del mayor de los éxitos y cuáles caen en el más estrepitoso de los fracasos; qué vive y qué muere en Internet.

Yo que aún soy un recién llegado a este mundo y pronto caeré, inevitablemente, en los mismos errores (no me malinterpretéis: espero por mi bien “cometer” también los muchísimos aciertos que lleva aparejado convertirse en un profesional de este sector), me apresuro a escribir estas líneas antes de que sea demasiado tarde; antes de que mi escala de valores comience a considerar a los innovadores como meros entusiastas, y a la mayoría temprana como rezagados que sólo se aprovechan de las innovaciones cuando éstas ya llevan meses disponibles.

La Web 2.0, con todo su boom, sus miles de páginas escritas, sus realidades de éxito como YouTube, Flickr y Wikipedia, sus miles de usuarios… es, hoy por hoy, dominio exclusivo de los entusiastas (early adopters). En el contexto mundial, hay una mayoría (temprana o tardía) de personas que aún están anclados (connotaciones al margen: y viven muy felices así) en la Web 1.0. Y, por supuesto, hay una mayoría de rezagados (dos palabras, mayoría y rezagados, incompatibles según el modelo de Rogers…) que aún viven sin acceso de ningún tipo a la Web: ¿podemos hablar de Web 0.0 para ellos?

Por lo tanto sí, es cierto, la Web 2.0 está ahí como fenómeno social, y pegando muy fuerte. Pero la Web, de manera genérica, no es Web 2.0; en todo caso, es Web 2.0 factorial. Y la constatación de este hecho debe hacernos pensar, aunque sólo sea durante unos segundos, cada vez que levantemos el velo a otra candidata a próxima killer application.

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