21 enero 2008

19 y 28

¡Ojo!, que me ha salido un relato para mayores de 18... (o de 27...)

Sentados al borde de la cama, 19 y 28 se miran. Sintiendo la responsabilidad, 28 se inclina torpemente para abrazar a 19. Pero 19, sintiendo también la suya, ha cerrado los ojos y se abalanza sobre 28, lanzando sus labios contra los suyos. Este giro sorprende a 28, que, no sabe por qué, intenta evitar el beso justo a tiempo para recibirlo en la comisura. 28 se ve en su abrazo de pingüino - con los codos, y con la espalda torcida y la cara que ha ido a parar aplastada sobre el hombro de 19. Mueve sus manos intentando recorrer su espalda, la acaricia ahora con fuerza, con pasión. Mira a la pared, aún no cerró los ojos.

19 no puede ya dejar de besar. Recorre la cara, remacha el cuello, y cuando se acaba vuelve a empezar. Hace un rato ya que no piensa. Si pudiera, atravesaría el cuerpo de 28 como un fantasma atraviesa una pared: lo sigue intentando.

El ímpetu de 19 va surtiendo efecto. 28 va desgranando la lista de pasos. Toca su espalda bajo la camiseta, tira hacia arriba, se la quiere quitar.

Sin cerrar los ojos, 19 se separa lo justo de 28, levanta los brazos; 28 aparta la camiseta sobre la mitad de la cama que queda sin usar.

Inerme ya de cintura para arriba, 19 busca con aún más ahínco el refugio del cuerpo de 28, se abalanza sobre el cuerpo y lo hace caer, vencido, sobre la cama.

Ahora 19 abre los ojos por primera vez. En esa posición, 28 no puede resistirse y recibe el beso en los labios de 19. Pero después, 19 se levanta, se sostiene sobre 28 con sus brazos sobre la cama, fija sus ojos en los suyos. No sabe qué hacer, pero no sabe que no lo sabe.

Llega la duda. La encrucijada. 28 piensa que esto no tiene sentido. Que es mucho menos lo que le une a 19 que lo que los separa. Siente la tentación de rodar fuera de la cama, coger su chaqueta y salir de allí, dejando que el tiempo deslave este momento hasta desproveerlo de todas sus aristas. Pero 28 piensa en sus 28. Su cerebro toma por un momento las riendas. Con decisión, empuja a 19 hasta que su espalda va a dar sobre el colchón. 28 toma el mando. Sin remisión. Sin mirar atrás. Mengua la magia, llega el final, y eso que esto no ha hecho más que empezar.

5 comentarios:

Luch dijo...

Diego. Me resulta difícil de comprender la visión que pretendes dar con tu relato "erótico", pero te comento lo que pienso:

En mi opinión las dos personas son la misma, siendo la entrada un relato de su posición respecto al sexo (o a las relaciones) vista desde dos puntos de vista, dos años distintos en su vida (por supuesto, cuando tenía 19 y cuando tenía 28). Es como si contarás algo dando saltos hacia delante y atrás en el tiempo.

Por lo que hemos comentado creo que he divagado demasiado, ¿no?

Diego dijo...

Me parece verdaderamente impresionante que se te haya ocurrido eso, lo cierto es que me habría gustado que esa idea fuese mía pero... no es así. El relato es, para bien o para mal, bastante más llano. ¡Gracias por el comentario!

Anónimo dijo...

Que te vaya bien con 19 :-)

Anónimo dijo...

Estoy con "anónimo"

cesar dijo...

Yo por el contrario no te veo muy bien con 19, creo que a ella le iría mejor con alguien más de su edad... por ejemplo 27! Jeje